Un cuento corto que hice para una actividad en el DZ.
Era una flor parecida a un narciso viejo, con los pétalos de color durazno, pero sin la elegancia de las otras en los jardines, es silvestre, curiosamente esa rosa provocaba las desgracias de las jovencitas. En un lugar baldío cercano a un área peligrosa de la cuidad Juárez.
Es sólo una flor que desea marchitarse por gusto. Es el hecho de perdurar en la penumbra, esa planta, no quería seguir viviendo. Una chica de lentes la observo sin tener importancia a ella. O las mismas personas, no se apiadan para pisarla, romperla, o simplemente arrancarla de esa tierra tan árida. Un perro se orino encima de ella Pero la misma rosa le rogó a la diosa de las flores.
-Máteme… ya no quiero vivir.
La misma diosa se negó. Y le dijo algo angustiante, sin consentirle ese capricho.
-No puedo concederte eso, querida. Ya tu misma… has muerto. – La toca con sus manos, si se convierte en una mujer realmente hermosa, pero siempre solitaria por la necesidad de destruirse. Al cruzar la calle, muere cruelmente al ser atropellada. Obtuvo lo más anhelado. La libertad de los cielos.